El pecado sabe tan bien...
-Me tengo que ir, lo siento -Se disculpó, la tomé de la palma de su mano deteniéndola.
Ella me miró y sonríe, una corriente eléctrica recorre mi cuerpo al sentirla.
-¿Cómo te llamas, pequeña?
-¿Pequeña? - preguntó bajo.
-Sí, eres adorable-Me miró -. No mides más de 1,60 , ¿me equivoco?
Ella mira al suelo queriendo escapar de mi mirada, sus mejillas pude ver como se tornaban de un color carmesí, ¡acabó de ruborizar a una pequeña!
Ya madura.
Jamás.
-Sólo tengo 18 años
-Entonces, no me e equivocado al decirte pequeña.
¿Por qué mira el suelo? Vamos, quiero ver esos hermosos ojos chocolate.
-No .
¿Por qué es tan tímida? Cada vez que habla, es casi un susurro.
-Me llamo Mia.
-Que hermoso nombre.
-Gracias.
-¿Por qué hablas tan bajo?
-No lo sé, quizás es costumbre.
-Debe ser exuberante.
-Lo es, adiós.
-Adiós.
Veo como baja las escaleras.
Esa chica va a ser mía, cómo que me llamo Scarlet Rivera.
Está totalmente prohibida la adaptación, copia, y redacción de está novela.
Todos los derechos son del autor.
Las votaciones del año 2036 son algo que no me emociona, ya que los candidatos, a mi parecer, no valen la pena, en especial Alejandro Villanueva, aquel chico que se burlaba de mí por mi sobrepeso y al que ahuyenté cuando decidí defenderme. Mi encuentro con él y mi comentario imprudente en la fila para votar es el inicio de una propuesta que no puedo rechazar, así como tampoco puedo negar la profunda atracción y el inmenso deseo entre los dos.
De la noche a la mañana me he vuelto la futura dama y también he descubierto que soy la obsesión del presidente.