Hace unos años recibí un llamado telefónico: una tormenta había volado el techo de la casa del campo de mis abuelos. Instantaneamente, sentí que algo había cambiado. Pasé casi toda mi infancia en esa casa y la recordaba como un lugar idílico, casi sagrado. ¿Qué implicaba, entonces, su destrucción? ¿Puede destruirse aquello que es sagrado? ¿Puede destruirse el pasado?
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