"Si alguien estuviera poniendo a prueba su autocontrol, debían hacerle un monumento más grande que el de Potter. Granger, peligrosamente ebria, estaba jugando con sus instintos más bajos, y a él le daba un ataque de moralidad. -¡Estoy cansada de ser una princesita tibia, quiero ser una reina caliente! -chilló. Y Draco no supo si largar la carcajada o darse la cabeza contra la pared.