Cuánto la deseaba. Deseaba tocarla, saber que era real. Agarrarla, estrangular sus brazos y tirar de su cabello. Succionar su piel. Intoxicarse de su aroma. Sentir sus labios contra su cuello y su aliento contra su oído. Escuchar sus latidos contra su pecho. Sabía que no la merecía, pero era demasiado egoísta para siquiera pensar en dejarla ir.All Rights Reserved