Mi mente me pedía a gritos que me detuviera, me intentaba convencer de que el orgullo es más importante. Pero no le hice caso, sabía que cada latido de mí corazón me decía que me arriesgara, que lo intentara, que si yo lo amaba... que lo hiciera. Al final, la mente se deja llevar por la lógica y en las cosas que creen y hacen los demás, pero el corazón, se deja guiar por lo que nosotros creemos y queremos, y siguiendo la mente, jamás seremos felices.
«Subiré los capitulos de nuevo, solo que me llevara tiempo editarlos y acomodarlos»
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