"-No me mientas -Susurró entrecerrando los ojos, dolida-. No me importa, Matthew. Puedes hacerte el ciego o el imbécil. Pero me da igual. Estás fuera de mi vida y nunca vas a volver a formar parte de ella. En cualquier otra situación me hubiera reído, lo admito. Pero cuando se recogió dos mechones de pelo tras las orejas, descubrí que sus ojos estaban vidriosos. Había dejado de tener tanta gracia."