El desastre también se puede enamorar, ya que si el desastre encuentra al orden posiblemente estos mutuamente se podrían llegar a gustar. Helena era el orden disfrazado de desastre, mientras que Paul no era más que un mísero desastre enmascarado en orden, ambos se sintieron atraídos por aquellas máscaras viceversas que los cubrían, no les tomó más que tiempo en darse cuenta, que de lo se enamoraron detrás de esas máscaras no era más de lo que uno del otro se cubría. Se juraron salvarse y por siempre apoyarse, no más querían rescatarse de lo que ya creían perdido, ella quería ser más valiente y él quería ser menos agresivo. Ambos consiguieron la cura para su constante amargura, para utilizarla por siempre, no necesitaban nada más que su ternura. Se unieron, se separaron, se enamoraron y jamás se traicionaron. Ella era la música que lo inspiraba a él, mientras por otro lado él poseía las letras que provenían de ella. Y todo esto sólo sucedió cuando el desorden conoció al orden.
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