Sentado muy cerca de la ventana, mi cabeza descansa en el pequeño escritorio, no puedo creer lo que estoy haciendo, los minutos pasan lento y el incesante movimiento de las manecillas del viejo reloj se hace audible en el frio silencio de la habitación, es de noche, afuera parece hacer frio pero eso no es importante, la tenue luz de aquella lámpara evita que cierre mis ojos