-¿Crees en los fantasmas?-preguntó con su voz tensa.
No sé a qué quería llegar con esa pregunta, pero de todas maneras respondí:
-Te dije que no, ya hablamos de esto Thomas-respondí acercándome a él.
Él miró hacia abajo y quedo así unos varios segundos, como pensando en qué sería lo que diría ahora.
-Sam-murmura-. Mierda, esto es muy difícil de explicar-gruñe.
Cada vez estaba más confundida. Me acerqué más a él y toqué sus manos; estaban frías, como siempre.
-¿A qué te refieres?-dije. Él sacó sus manos enseguida y miró fijamente mis ojos. Un escalofrío pasó por mi cuerpo.
-Quiero que me digas cómo me sientes.
¿Cómo lo siento? ¿A qué se refiere con eso?
-¿A qué te refieres con eso?-elevé mi ceja, el volvió a mirar hacia el suelo.
-Quiero que me digas cómo me ves, cómo me sientes, si piensas que estoy vivo o-respiró profundo-no.
Sabía a qué se refería ahora, decir eso le costó mucho.
-Te siento más vivo que yo-admití.
Era la verdad, lo sentía más que real.
Él me miró con ojos esperanzados, pero luego cambió la cara y bajó su mirada.
Me estaba asustando.
-¿Qué sucede?-pregunté.
-Sam, yo...No estoy vivo-dijo serio.
Su tono de voz salió con tanta sinceridad que puede que le haya creído. Pero eso no podía ser real. Él estaba vivo. Nada de lo que me dijeron era real. NADA.
¿Acaso creen que lo he estado imaginando todo este tiempo? ¿Ellos me creen loca? ¿Mi familia me cree loca?
Mi mundo había cambiado. Huir con Thomas a una casa en el campo, por el simple hecho de que me estaban tomando como loca, no era fácil. Decir que no soporté su muerte y que lo he estado imaginando todo este tiempo; tampoco. La gente no lo puede ver pero...¿Cómo yo sí? No estoy loca. Él está más vivo que yo. Y aunque me cueste la vida...lo demostrare.