"- El era su doctor personal. Un jóven médico algo serio de facies, buen porte, gracioso con un toque de amargado, pervertido, cariñoso y sarcástico que muy pocos entendían. La ayudaba en sus lecciones diarias de anatomía para sus clases en la escuela de Medicina, al principio era sólo eso, «lecciones» porque sencillamente él solo deseaba verla bien, y ayudarle en su futuro, en sus sueños, eran amigos y se apreciaban mucho. El tenia unos cuantos años mas de experiencia y edad, y a ella eso le gustaba mucho. Todos los días lo llamaba para poder intentar entender la magnitud del cuerpo, de las células, de los músculos, de cada parte corporal, bioquímica y fisiológica. Lo qué no sabían es que esas largas teorías se intensificaron en la práctica personal, en la oscuridad de un cuarto de estudiante algo desordenado por los libros y olor a deseo, con ojeras camufladas y muchas noches varadas en estudio. Entre besos por la espalda, risas y caricias qué recorrían toda la anatomía comenzó todo. Era esa sensación de tener su delgado y pequeño cuerpo encima de el suyo, contorneandose pícaramente mientras tomaba los apuntes, lo que los mataba de ganas intensas. Lo que no sabía ella es que le gustaba su Medicina y los encuentros anatómicos, y él le fascinaba enseñarle."