-¡UJEMNUS TU INFERNUS! -gritó Janna. De repente, un rayo surgió del piso y la arrastró hacia un hoyo que se había echo con él. El interior del hoyo parecía un pozo sin fondo lleno de manchas de colores que a menudo cambiaban de lugar, estuvo ahí unos segundos, hasta que tocó el piso, el cual era como el de un acantilado. Alzó la vista y pudo ver una especie de trono y a un ser bastante extraño sentado ahí. El extraño ser se levantó y se empezó a dirigir hacia ella. Al estar lo suficientemente cerca , él preguntó: -¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?. Janna se paró. -Mira, no sé dónde estoy, ¿está bien?, no sé quién eres y me das un poco de miedo -contestó mientras sacudía sus ropas-, solamente sé que me llamo Janna. -Bueno, Janna, déjame decirte que estás en mi reino, el Infierno. -¿Quieres decir que estoy muerta o algo así? -No exactamente, a juzgar por la forma en la que caíste, creo que abriste un portal desde tu dimensión. -¿Y cómo regreso? -Janna, no puedes regresar.