Ella no podía sentir nada. Él no quería. Ella había sufrido. Él había hecho sufrir. Ella de familia humilde y trabajadora. Él hijo de un adinerado abogado. Ambos tenían en sus manos lo que los dos necesitaban. Felicidad. Pero sólo podían llegar a ella unidos. -Lindo trasero-dijo un chico bastante imponente mientras manoseaba mi culo. -Linda va a ser tu cara cuando mi puño se estampe accidentalmete en ella-respondí hecha una furia. -Chica ruda, me gusta-sonrió -Esto no es un cliché gilipollas,-le dije antes de que mi bonito puño aterrizará en su atractiva cara-ya puedes decirle a tu papi que te dé dinero para arreglar esa cara, lo vas a necesitar- sentencié guiñándole un ojo.