Una noche, cuando Grisselle, la joven más hermosa de su pueblo dormía; un ángel negro se cuela por su ventana y la dá un beso que la convierte en una de ellos. Con esta acción, la chica pega un grito tan fuerte que rompe la ventana de su habitación y es oída por sus padres, que cuando llegan a su habitación la encuentran blanca, inmóvil, con los ojos cerrados, llena de cristales y con los labios chorreando tinta negra encima de su cama. Al seguir viéndola así al cabo de unos cuantos días, pensaron que la habían perdido; pero este era solo su proceso de transformación. A partir del segundo día, también sus pestañas empezaron a chorrear esa tinta negra que chorreaban sus labios, su piel empezó a ser una capa de frío y porcelana que le teñía el cuerpo de blanco y cicatrizaba sus heridas y las reducía a simplemente nada y sus ojos se tiñeron de un amarillo hermoso pero que daba pavor. Se regeneró su melena y empezó a crecer a un ritmo incréiblemente rápido. Y despertó...