De las pocas cosas que Cristal tiene claras en la vida es que está hecha añicos. Después de haber vivido una infancia dura y terminado dolorosamente la única relación amorosa que había podido establecer, decidió centrarse en 3 cosas: El estudio, las fiestas y el sexo. Daba igual en que cama amanecer o cuanto durara la resaca, el objetivo era olvidarse de si misma nadando entre vasos tan plásticos como los besos de los amores de una noche. El abismo era cada vez más profundo y ni la siquiatra sabía que hacer aparte de sonreir cuando entró la tranquilidad de Alejandro a la escena. Pero el miedo a sufrir y los enigmas de ambos serán obstáculos para poder llegar a la calma. Con Alejandro cerca, Cristal tendrá que replantearse a si misma. Y viceversa.