En una clase de primer curso Ryan Ross había estudiado que entre los números primos hay algunos aún más especiales. Los matemáticos los llaman números primos gemelos: son parejas de números primos que están juntos, o, mejor dicho, casi juntos, pues entre ellos media siempre un número par que los impide tocarse de verdad. Números como el 11 y el 13, el 17 y el 19, o el 41 y el 43. Ryan pensaba que Brendon y él eran así, dos primos gemelos, solos y perdidos, juntos, pero no lo bastante para tocarse de verdad.» Esta bella metáfora es la clave de la dolorosa y conmovedora historia de Brendon y Ryan. Una mañana fría, de niebla espesa, Brendon sufre un grave accidente de esquí. Si la firmeza y madurez con que esta historia se desarrolla impresiona y sorprende, no menos admirable es su valor para asomarse sin complejos, nada más y nada menos, a la esencia de la soledad. ANTES DE EMPEZAR A LEER LES QUIERO DECIR QUE ESTA HISTORIA NO ES MÍA Es mi libro favorito, y lo amé tanto que decidí juntar una de las cosas que más me gustan en el mundo y ponerlas juntas. Solo se cambiaron algunos personajes. NO ES MÍA.