Ese niño. Nunca hablamos, nunca tuve alguna clase de contacto con él, tan sólo el visual. La verdad nunca me quejé mucho de esa situación. Verlo... para mí lo significaba todo. ¿Y qué podía hacer? Nunca tuve la valentía para acercarme a él, y ahora, perdí. Muy triste, pero me ha dejado una lección: si en realidad deseas algo, tienes que ir por ello, debes esforzarte para conseguirlo, hacer lo posible, sin importar nada. Ese chico que de alguna forma me hirió, también me ayudó a comprender los extraños berrinches de la vida. Que ironía, ¿verdad? ¡que confuso! ¿cómo es posible que una persona con la que no hablas, con la que apenas puedes mirar sin rencór... te deje tan, tan así? Hasta para mi resulta impresionante. ¿Qué rayos, Ironía?