La redacción para mí siempre ha sido un escape, naturalmente escribir frases y cortos fragmentos; jamás he logrado escribir un diario, mucho menos conseguiré escribir una novela y ni para que soñar con tratar de escribir un libro. El pesimismo naturalmente me obliga a crear redacciones tristes, frases que romperían el optimismo de cualquiera; mientras que mi deseo sexual me empuja directamente a querer hablar de erotismo y seducción. Mi naturaleza no es nada buena, tengo más demonios dentro de mí que los que podrías encontrarte en el infierno; pero solo es consecuencia de la inmensa inteligencia que Dios decidió darme como castigo, lo que la mayoría anhelarían tener, esa virtud que muchos desean, creme que es el peor castigo que he recibido; la inteligencia, el entendimiento, la habilidad de comprender absolutamente todo lo que dicen las personas en todos sus sentidos y posibles interpretaciones, me obligo a perder la inocencia en miles de aspectos. Me creó miles de demonios. Esta inteligencia nos castiga obligándonos a evitar sentimientos, evitar misericordia, evitar compasión, y aunque no lo creas, te priva del amor, incluso a veces del amor a personas de tu propia familia; pues eres consciente de que hasta la mentira más piadosa, no tiene razón de ser. Atrévete a conocer cada castigo que te da una inteligencia, a veces innecesaria. ----Actualización semanal----All Rights Reserved
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