¿Qué puede haber mas dulce que la venganza?
Un rostro hermoso, una belleza envidiable, capaz de lograr que hasta el mas importante de los hombres se rinda a sus pies. Esa es Dafne, una mujer fría y calculadora, una mujer sin alma, con un corazón congelado.
La mismísima tentación que arrasa con todo a su paso, el fuego de la venganza arde en ella como el que un día la destruyó. El fuego que la creo, las llamas del infierno que estaban en su pasado y que ella esta dispuesta a traer a sus enemigos.
Conseguirá lo que desea, llevara a los hombres al limite, por su sonrisa, por su cuerpo y por sus ojos. Sus ojos, los únicos que mostraran lo que realmente siente, odio, lo único que realmente quiere venganza.
Son los ojos de la venganza
Pero a veces alguien se cruza en nuestro camino y enturbia nuestros deseos y pensamientos. . .
Los bárbaros siempre los han llamado demonios de acero, aunque ellos se hacen llamar guerreros. Roban sus apariencias y visten sus pieles para remplazarlos por los hijos del demonio. Los ojos azules de Vladimir McNamara se vuelven rojos bajo la luz del fuego, o al menos eso cree Ulric, ¿será el dirigente uno de ellos?
Proteger a su padre en la guerra era su prioridad, no estaba en sus planes alejarse de él para tener que salvarle la vida. Luchar contra bárbaros y bestias era mejor que caer en manos de una tribu de mujeres guerreras donde nunca antes ningún hombre, salvaje o demonio había estado antes, porque en Thysia solo viven las hijas de un dios.
Lo que Ulric no sabía era que la sangre de una bruja marcaría su destino:
‹‹Harás algo por otro mundo que me ha conmovido, ningún hombre ofrecería tanto como lo harás tú››.