El pobre oso Teo ya no tiene a su viejo dueño, pues yo me lo he quedado sin habérmelo ganado. Ese pobre muñeco llora conmigo cuando me trae la nostalgia y la tristeza al verlo, pues en esos ojos pequeños de canicas grises veo al pobre viejo que nunca logré ayudar en esa tarde de tormento.