-¿Por qué?- logro articular finalmente, sus ojos empezaron a humedecer, apretó fuertemente los ojos, no la vería llorar. - Porque al fin puedo ver- dijo sin más, la muchacha apretó los las manos contra el impecable vestido blanco, entrecerró los ojos y apretó la mandíbula - ¿no quieres que sea feliz acaso?- dijo con resentimiento mirando fijamente los ojos azules del hombre frente a ella - Yo soy tu felicidad- susurro, la pelirroja abrió los ojos impactada por la descarada respuesta.