No me arrepiento de hacerlo. No me arrepiento de las pequeñas melodías que escuchaba en aquel balcón de la ciudad perdida en una provincia remota, mientras tú me mirabas desde tu cama con una taza de café hirviendo y una sonrisa que nunca flaqueaba, pero que por dentro era más frágil de lo que yo podía imaginar. La pregunta es si tú te arrepentiste en el momento oportuno o fueron tus miedos infundados lo que te hicieron despedirte de aquellos momentos en los que los colores de nuestras almas se complementaban al unísono. ADVERTENCIA: esta historia puede abrir antiguas heridas de corazones que se creen curados, absteneros de leer si tenéis miedo a amar, por que os sentiréis identificados.
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