Eren siempre había admirado a aquellos quiénes arriesgaban y daban su vida a cambio de la humanidad y el progreso de la misma. Para el de ojos verdemar, esos hombres quiénes muchos habían juzgados, eran héroes: ejemplos a seguir y temerarios guerreros. Desde que se propuso entrar a la Legión, su sueño no había cambiado en lo más ínfimo. Ser libre y librar a la humanidad de esas horribles criaturas era su más grande anhelo. Y así lo deseaba. Y así lo soñaba.