El escenario, las ovaciones y los aplausos eran mi día a día, no podía decepcionar a mi fiel público y mucho menos a misma, por alguna razón era conocida como la mayor adquisición del imperio de Adrien Ford. Había aprendido que de cada caída me llevaría una enseñanza distinta, y por supuesto que iba a renacer de cada una de ellas.
Muchos subestimaban a la chica que perdido a sus padres, pero claro que iba a poder.
-Respira, pero no te des por vencida.-Me repetía en mi mente mientras calentaba, estaba exhausta pero lo necesitaba.
Ser la única mujer de los Valentine no era muy divertido para mi. Lo que si era divertido es ser una mujer sin ataduras, compromisos y complicaciones. Cómo Pole Dancer eran requisitos indispensables para mi estilo de vida, vivir de mi pasión era una dicha hasta que entraba en el reconocido club nocturno.
Nadie me cuestionaba porque era un pequeño secreto que no deseaba que saliera a la luz, por eso ocultaba mi rostro bajo un antifaz. A eso se le unía que mis padres ya no se encontraban, y mantenían a mis hermanos apartados de mi segunda vida. Lo normal era bailar, ir a la universidad y volver a casa, si no había uno que otro amorío por ahí. No era para nada interesante, hasta que de la peor manera un secreto familiar es revelado dándonos a los Valentines explicaciones de nuestro confuso pasado.
Hubiera deseado sólo respuestas si me lo preguntan, no haberme arrastrado al infierno que estaba a punto de desatarse. Nunca me había enamorado pero ¿que estaba dispuesta a hacer por amor?
O mejor dicho, ¿que estaba dispuesto a hacer el por mi?
"-¡Corre Emma, vete de aquí!"
Negué repetitivas veces con la cabeza.
No iba a irme de aquí, no sin el.
"-Yo..no.."
"-¡Vete de una maldita vez!"
"-Vamos en conteo regresivo Emma Valentine.-Sonrió como un desquiciado -. Solo te quedan tres segundos...Dos...."
No puede ser que este sea mi destino, pero hasta este momento siento miedo.
Léon Boulogne es un joven que desciende de una familia noble y que se mantiene en la actualidad. Su familia goza de respeto y de riqueza, pero una noche se entera, de la peor manera, que lo han perdido todo, por lo que se ven obligados a abandonar la enorme mansión e irse a vivir con Emma, la jefa de las sirvientas, a su pequeño apartamento.
Pese a semejante tragedia, ni Léon, ni su madre, ni su hermana se dejan desmoronar y enfrentan esa nueva vida, mientras siguen esperando noticias del pilar de la familia, el que se encuentra en paradero desaparecido.
Léon aceptó vestir prendas de lycra y demás vestuario barato. Aceptó asistir a una escuela pública con el fin de terminar su último año de bachillerato. Aceptó que tendría que tolerar a aquellas personas de dudosa educación, e incluso aceptó que tendría que soportar a aquella joven con cabellos teñidos como un arcoíris, la que desde el primer instante se propuso acosarle con el fin de llevarlo a su cama.
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