Desde que mi madre falleció, no he parado de entrar y salir de psicólogos. Hace ya cuatro años de ello, y yo pienso que lo tengo superado, pero mi padre y mi hermana dicen que no. Creen que me invento que oigo voces llamándome, pero no, no me lo invento. Es la verdad. Ellos piensan que es una manera de intentar llamar la atención. Nadie nunca me ha creído, ni los psicólogos, ni mi familia, ni mis amigos... Bueno, para qué mentir. No tengo amigos. Todos piensan que soy rara, sólo por mostrarme como soy. No me da vergüenza que la gente sepa que alguien me habla en mi cabeza, soy como soy. A la gente le da miedo. ¿Pero miedo por qué? Me hablan a mí, no a ellos. Pero, vaya, en todas partes siempre he sido "Natalia la rara", "la chica que oye voces" o "la esquizofrénica", a secas. Por esto mi padre ha decidido de una vez por todas dar el paso definitivo, algo en lo que lleva pensando desde que ella ya no está; dejar Girona y dar la bienvenida a Barcelona, o más bien, Barcelona a nosotros.