El casillero 132, mi favorito, en el están los tesoros, de mi Romeo, y yo su Julieta desconocida, perdida entre los demás, tratando de importarle, tratando de alegrarle el día con mis cursilerías.
Te amo con la ferocidad de una jaula dorada: mi deseo es tenerte cerca, aunque sé que cada instante a mi lado es una herida que jamás dejará de sangrar.