[...] «El chico se relamió los labios secos y se pasó las manos por su cabello aún en shock, no creía que la chica que amaba acababa de dejarle, se secó las lágrimas que se le habían escapado sin su permiso y se acostó repitiendo en su mente: «-Nadie merece amarte, no vales nada, Tristan.» Y se lo creyó, cada una de esas palabras. Juró no volver a caer en las redes del amor.»All Rights Reserved
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