Era una noche normal de Octubre en la Ciudad de México, o por lo menos eso parecía, hasta que apareció aquella extraña caja de regalo cerca de la estación de policía. El contenido de aquel paquete era realmente macabro, morboso, se trataba de un cráneo humano. Un cráneo humano, con el nombre de "Horacio" en la parte frontal, acompañado de algunas cuantas decoraciones de colores alrededor del cráneo. Una pieza verdaderamente artística, macabra, perversa y terrorífica, pero una obra de arte en su máximo esplendor. Con el paso de los días, más cráneos aparecieron. Los rumores crecieron. El terror se apoderó de la población. Un asesino serial nació, un coleccionista de cráneos rondaba la ciudad.