Antes todos querían saber si nos liábamos en el baño del instituto. Ahora solo unos pocos quieren saber si si me he tomado las pastillas. No, no son las pastillas que tú crees, no me dan placer.
La habitación, la habitación en la que estoy es blanca. Supuestamente el blanco es puro, ¿no? Tú no eras puro, pero sí muy blanco. Tu piel parecía marfil, oh, y tus ojos, esos ojos verdes en contraste con el rojo de tu cabello, rojo como la sangre. La sangre se ha convertido ahora en mi mejor traidora. La veo todos los días, pero solo me recuerda a ti. A tu precioso pelo, a ti. Aun así no me deja sola, tú sí.
Oh, mi querido marinero de las estrellas, mi astronauta, ¡yo recuerdo tus sueños, cada palabra que dijiste! ¡Tú ni siquiera te acuerdas de mí! ¡¿Por qué soy yo la loca, cuando todavía soy yo la que se comporta como un ser racional?!
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