El timbre sonaba cinco minutos antes de la hora pautada, y ese día no fue la excepción. A Sehun le gustaban los números impares. Yixing mentiría si dijera que no estaba asustado pero también se sentía curioso, muy curioso por saber para qué lo precisaba el paciente de su padre. Quería conocerlo y deleitarse con todas sus misteriosas expresiones.