Vivir en una mentira

Pasan los segundos, cambian continuamente para convertirse en minutos, en los que éstos pronto se desvanecen en horas, hasta caer en días como la arena disolviéndose en la inmensidad del agua, presentes por unos instantes, pero rápidamente olvidados por los años.
Sencillamente, avanza imparable en su monotonía y en algún pequeño, ínfimo, transcurso aparecemos deseosos de volver hacia atrás, alegres o indiferentes por vivir lo que parece ser nuestro presente y curiosos sobre qué nos deparará cada segundo todavía por venir en el reloj de nuestra vida.
Muchas veces desearía entender los misterios que esconden los engranajes de este objeto palpable pero a su vez abstracto. Tal vez retrocederlo para descubrir su comienzo, comprender el origen de todo y evitar o mejorar innumerables cosas.
Podría presenciar aquél instante del pasado y observar la emoción que brotó desde los rincones más profundos de sus seres hasta emerger en el iris de ambos. El momento que hizo cambiar el rumbo de sus vidas.
Aun así, posiblemente no podría haber evitado todo lo que se desencadenó después. Supongo que nadie puede.

El tiempo atrapó a Leyla junto con todo su entorno, a pesar de que ella no fuera consciente de que éste le era desconocido.