Morgan Robertson fue un oficial de la marina mercante y escritor estadounidense.
En 1898 escribió la novela Futility, or de Wreck of the Titan, que trata sobre un lujoso barco de nombre Titán que se hunde en el océano Atlántico tras el choque con un iceberg. Todos están pensando en el Titanic, y sí, efectivamente es así, lo peculiar es que la novela fue escrita 14 años antes de la terrible tragedia. No sólo coincidían el nombre del barco y su desaparición, sino también detalles como el peso, capacidad de pasajeros, longitud, nombre del capitán, Smith.
Por otro lado, Robertson publicó "Más Allá del Espectro" en 1914, en la que narra una guerra entre Estados Unidos y Japón, describe bombas brillantes cayendo del cielo, un ataque furtivo de los japoneses... Coincidencias con el enfrentamiento de ambos países en la Segunda Guerra Mundial, 27 años después: en 1941 Japón atacó Estados Unidos y las posesiones europeas en el Pacífico, de manera que conquistó gran parte del territorio.
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Estos hechos coinciden con el enfrentamiento de ambos países en la Segunda Guerra Mundial y el ataque a Pearl Harbor 27 años después de la publicación del libro. Casualmente la guerra narrada por Robertson, al igual que la Segunda Guerra Mundial, empezaba un mes de diciembre.
El 24 de marzo de 1915, Morgan Robertson fue encontrado muerto en su habitación del hotel Alamac en Atlantic City (Nueva Jersey), a los 53 años de edad. Se cree que la causa de la muerte pudo ser una sobredosis de yoduro de mercurio. Su cuerpo fue encontrado delante de una ventana abierta por la que, se supone, estuvo mirando al mar hasta que sus ojos se cerraron para siempre.
Fuente: lavidaentrepaginas.blogspot.com
Para Park Sung-hoon, el matrimonio es solo un trámite necesario para asegurar su herencia y mantener el control de la empresa familiar. Para Loa, es una salvación inesperada cuando está al borde de perderlo todo.
Un contrato, seis reglas estrictas y un acuerdo sin emociones de por medio... o al menos, eso creen.
Loa y Sung-hoon no podrían ser más diferentes: ella, una artista soñadora con un pasado lleno de cicatrices; él, un heredero frío y calculador que solo ve el amor como una distracción innecesaria. Pero a medida que la convivencia se vuelve inevitable y las líneas entre el deber y el deseo comienzan a difuminarse, ambos descubrirán que el mayor problema no será fingir ser una pareja perfecta, sino evitar que los sentimientos reales destruyan el trato que los une.
Porque en este juego de conveniencia, el amor nunca fue parte del contrato... ¿o sí?