Fernando Mendiola nunca se había sentido presionado, hasta el día en que todo su futuro quedo pendiendo de un hilo. El testamento de su padre lo obligaba a recontratar como su asistente personal a Leticia Padilla Solís. De pronto, se vio en la obligación de volver a aceptar en su vida a la única mujer que lo había abandonado, o perder toda la fortuna de su familia. Pero, antes de aceptar, Leticia le dejo clara sus condiciones, quería una segunda oportunidad y Fernando debía estar en su casa... y en su cama. Fernando todavía no era consciente de lo lejos que aquel acuerdo le iba a llevar.