Willy escuchó cómo a Vegetta le castañearon los dientes y sintió pena por él. Antes de salir de casa le había dicho que cogiese unos guantes o una bufanda, pero él no había hecho ni el más mínimo caso, había salido con el abrigo y un jersey. Comenzó a desenrollar su bufanda, una bufanda verde oscura, de lana, realmente calentita, se la había regalado su hermana la última vez que la visitó.- Toma anda, te vas a resfriar.- Le tendió la bufanda a Vegetta, quién la recibió con una sonrisa.
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