Ahí está él, mirándome directamente a los ojos, con la rodilla clavada en la arena, temblando, con el corazón en un puño, y esperando impaciente, a que le dé una respuesta, pero, de mi boca, no sale ni una palabra, por mucho que me esfuerce.
El haz de luz se ha puesto en marcha, pero la C.G.A.M no ha sido del todo franca con los Heahtcliff, pues para derrotar a Ralsoc definitivamente, uno de ellos, deberá sacrificarse, y ninguno parece dispuesto, a dejar que sus hermanos, sean el sacrificio.