Me levanté y al abrir los ojos me percaté de un molesto ruido, sentí la humedad en mi piel y noté el ambiente más oscuro de la cuenta, ahí mismo me sentí enfermo, un malestar se apoderó de mi ser y sentí ganas de vomitar; estaba lloviendo. Cuando llueve siempre me da la sensación de que el cielo está llorando y se me hace muy triste, incluso la ropa de lluvia puede llegar a ser muy linda y elegante, pero solo nos hace ver lúgubres ya que vamos tapados de pies a cabeza con varias prendas de ropa ocultando nuestros cuerpos. Camino a mi trabajo veo a todos con caras largas y remarcable falta de energía como si fueran al velorio de sus hijos. Cuando llego a mi trabajo todos parecen tristes por la lluvia también; callados y pretendiendo estar concentrados en el trabajo. Silencio es lo que escucho mientras me la pasó ocho horas en un funeral sin muerto. Lo peor es que le hemos tomado miedo a algo tan pasajero como la lluvia, nadie quiere salir a mojarse, como si nos fuésemos a ahogar en un charquito de agua o peor, que los que nos hace humanos se fuese a disolver junto a las gotas de lluvia, pero no se nos puede culpar tanto por ello, la idea de un día de tormenta donde los cielos oscuros llueven y truenan a cantaros...no suena muy alentador el salir sin saber si te pueda caer un rayo. Entonces o sales mojándote para tu casa o te tienes que quedar encerrado en una jaula de pensamientos mientras observas incontables gotas de lluvia caer, o quizá te hayas encerrado en tu cuarto pensando banalidades sin importancia para el resto del mundo. Cuando llegas a tu casa empapado, te quitas los zapatos, entras a tu casa, observas las esquinas y sonríes; el ambiente se siente cálido así que puedes tomarte una ducha caliente y disfrutar de una sopa instantánea mientras ves la televisión. Ya es hora de dormir y te vas a la cama con la esperanza de que no llueva mañana.All Rights Reserved
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