«El amor es para tontos», solía decir Noah Collins. Noah jamás se había sentido amado, claro está. Era el típico chico raro que hacia poesía aburrida y larga pensando en los amores que nunca tendría.
Él lloraba hasta dormir y tenía unas enormes ojeras oscuras. Tal vez, hubiera sido un chico popular. Claro, sus ojos color verde claro, su piel pálida y su cabello café claro hubieran sido el blanco de muchas chicas. Pero por sus gustos algo "fuera de lo común" se había ganado muchas miradas.
«Sé feliz que todo pasa», solía decir Mathilda Stone. Mathilda era la persona más feliz del Mundo. Le sonreía a la vida y a todos. Mathilda amaba los deportes y amaba montarse a caballo.
Para ella, su ciudad; Austin, Texas, era lo mejor que jamás le pudo pasar. Mathilda no era nada fuera de lo común: cabello negro ondulado, ojos marrones oscuros y piel morena. Ella tenía un hermoso cuerpo, por eso se ganaba las miradas de todos los estudiantes en su escuela.
Un día, a Mathilda le arrebatan todo lo que alguna vez tuvo. La montaron a un auto a otra ciudad y dejó en Texas todos sus amigos y recuerdos.
En sencillas palabras, sé mudó. Su padre tenía mejor oportunidades para recuperarse de un problema con las drogas en Portland, Oregón. Allí comienza la nueva vida de Mathilda y de Noah.
Arthur Zaens, un multimillonario frío y desalmado que ha vivido en la oscuridad desde la desaparición de su esposa, dejándolo solo con sus dos hijas gemelas. Desesperado por encontrar una niñera que cumpla con sus estrictas expectativas, Arthur conoce a Lía, una ex escritora y editora recomendada por un amigo. Aunque su relación comienza de manera conflictiva, con discusiones y malentendidos desde su primer encuentro en un bar, Lía se convierte en la persona que poco a poco transformará la vida de Arthur y de sus hijas, desafiando su frialdad y cambiando su mundo para siempre.