Siempre he tenido mis ideas claras, inquebrantables. Nunca creí que alguien pudiera venir y dar un giro de ciento ochenta grados a mi vida y a mi forma de verla. Pero, ¿sabéis qué? Siempre hay sorpresas. ¿Quién me hubiera dicho que un chico y una vieja casa alterarían el rumbo de mi existencia empezando por una vieja noche de brujas a las doce en punto de la noche?