Subo el volumen aún más de los audífonos, tratando de que la música ahuyente su risa de mi mente y pongo los ojos de nuevo en la computadora. Pero, por más que trato de no verla con fascinación, ya no es algo que pueda evitar y eso me asusta. Me asusta su ser desbordante de energía, sus tatuajes, su abundante cabello negro, su estruendosa risa... me asusta sentir que todo el tiempo quiero mirarla. Me asusta sentir ternura cuando se me acerca. Siempre he pensado que todas las mujeres ejercen cierto poder sobre los hombres, pero ahora me doy cuenta de que hay una, sólo una que logra que quiera ser parte de las sombras y los matices que rigen su vida.