Como bien decía Vincent van Gogh que el arte era para consolar a aquellos que estaban rotos por la vida; yo, lo estaba. Creo que soy una de esos tantos que andan con un agujero en el pecho. Sinceramente me es difícil recordar en qué momento de mi vida empezó mi atracción por la música clásica, los libros, las pinturas y esculturas, claro, sin olvidar las películas pero no esas de acción o comedia a las que no le veo ningún sentido sino esas que llenan el alma, esas rebuscadas, esas que te producen una opresión en el pecho y te hacen reflexionar muchas cosas. En fin, todo lo que estaba catalogado como arte, me gustaba; bueno, no todo. Escribo este diario porque me lo recomendaron y, con honestidad, no se en qué acabará pero quiero hacerlo para despejarme, quitarme la piel, desahogarme de todo y librarme de la inmundicia que me rodea y que a veces, solo a veces, me domina.