Se dice que hace varios siglos existió un ángel de una gran belleza, que incluso a algunos rumoreaban que era más bello que dios y sus arcángeles juntos pues su piel blanca similar a la porcelana tan suave como la misma seda que contrastaba con sus labios con un leve tinte carmín que hacían más que uno quisiera probarlos y caer en el pecado