-Una vez creí no tener nada porque vivir...-, Dijo el macho. La mujer en el auto apretó el volante con fuerza mientras un gemido lastimero salia de su garganta. -luego...-, continuo en macho. -te encontré, y supe que eras la única razón por la cual no había muerto... Te esperaba-. Concluyó. La mujer tras el volante gritó de rabia. Quizás, si ella hubiera reaccionado a tiempo..., quizás... Habían tantos malditos 'y si' pero ya era tarde. Ella era la culpable de aquello. Lo sabia. -Ahora soy yo la que esta sola-. Dijo la mujer mientras sus lágrimas se resbalaban hasta su blusa color arena. QUINTO LIBRO.
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