El dolor de mi corazón se confundía con el de las cortadas de mis muñecas y mis lágrimas se mexclavan con la sangre que brotaba de mis heridas, me resultaba mucho más fácil concentrarme en las cortadas que en mis sentimientos, era más tolerable el dolor de mis muñecas que todo aquel dolor que sentía dentro de mi, dentro mi alma y de mi todo, era por eso por lo que lo hacia, porque era una satisfacción para mi, era mi adicción, simplemente no podía parar, era lo único que me controlaba.
Quizás no era la solución, pero era lo que me hacia feliz, no me importaba tener que usar de por vida ropa de mangas largas, no me importaba nada. Volvía a pasar la navaja una y otra y otra vez por las mismas heridas, así el dolor era mucho más fuerte que cualquier cosa que me pudiera pasar.
Mi mente me decía: "Andrea, deja de hacer eso, sólo te dañas" pero una parte de ella también me decía "sigue haciéndolo, sólo así el dolor desaparecerá", y era ahí, cuando comenzaba de nuevo a lastimarme.
Conoce la historia de Andrea Scoot, y como su vida cambiara al conocer a un chico que llego de la nada, Justin Bieber