Era nuevo en Bailey Academy, San Francisco, un estudiante de intercambio desde Francia. Varias personas me ayudaron a sobrevivir en mi primer día. Me daban instrucciones, instrucciones que seguía al pie de la letra, todas excepto una: No confíes en ángel. ¿Quien era ángel? y ¿Por qué no podía confiar en él? Todo iba de maravilla hasta que la conocí Me repetía a mi mismo: No confíes... Regla Oro de la historia.