Emily Thompson se describe a sí misma como una chica normal. Una chica normal que no puede olvidar su dura y trágica infancia, claro. Ha sufrido demasiado y no está lista para enfrentarse a cosas peores. Sin embargo, la vida a veces puede ser un poco injusta para que uno pueda aprender, o no, de sus errores y de los momentos vividos.
Luego de la muerte de su padre, Emily no tiene más remedio que vivir con la única integrante de su familia: su madre. Alguien a la que no tiene tanto cariño pero que hace lo que puede para tolerarla. La relación se complica aún más cuando se entera que su hermanastro, al cual no ve en años, se mudará para vivir con ellas.
Leo Anderson oculta más secretos de los que aparenta, es mucho más complejo de lo que parece ser y todo se complica cuando llega a Aspen, Colorado.
La vida de ambos era igual pero diferente a la vez: Ambos con infancias caóticas y un presente neutral. Lo que los conecta, aunque se nieguen a aceptarlo, es la relación entre la madre de Emily y el padre de Leo, y quizás, algo más.
El único día que ella pensó que sería diferente y distinto a los demás: pasó, más no como ella pensaba. ¿Qué ocurriría si el día de su cumpleaños descubriera algo impensado como, por ejemplo, congelar en tiempo? Lo sé, suena extraño e ilógico pero es exactamente lo que acontece y no comprende el por qué. A partir de ese momento, se aventurará en una especie de montaña rusa con buenos y malos sucesos, experiencias extrañas, amigos nuevos, y secretos nunca antes revelados saldrán a la luz.
Emily siempre pensó lo mismo, que, a su manera, cada persona pasa por una tormenta difícil de salir y ella aun no sale de la suya, ¿Podrá hacerlo en algún momento o todo se complicará mucho más?
En su vida anterior, Lu Yao solo vivió hasta los treinta y cinco años, no pudo salir debido a la presión familiar y murió solo.
Cuando vuelve a abrir los ojos, se encuentra transportado a tiempos antiguos, no sólo diez años más joven sino también con un marido de hombros anchos, cintura estrecha y abdominales marcados.
¿Podría haber tanta buena fortuna en este mundo?
Justo cuando Lu Yao está muy contento, nota que la mirada de su esposo parece particularmente fría, incluso queriendo divorciarse de él...
Zhao Beichuan perdió a sus padres y asumió la responsabilidad de cuidar a sus dos hermanos pequeños. Para mantenerlos, aceptó un matrimonio concertado por una casamentera. No necesitaba que su esposa fuera bella; todo lo que pedía era que fuera bondadosa y frugal.
El casamentero le pintó un panorama optimista, pero se dio la vuelta y le encontró un "cojín de flores", alguien que tiene buena pinta pero que no puede hacer nada más. En su primer día de matrimonio, esta persona casi se ahorca de la viga de la casa de Zhao Beichuan.
Más tarde, Zhao Beichuan se enteró de que este joven tenía un amante y no quería casarse con él, pero sin saberlo se había convertido en el encargado de separar a una pareja de amantes desafortunados.
Los matrimonios forzados no duran, por lo que Zhao Beichuan decidió dejarlo ir, pero inesperadamente, esta pequeña criatura no se iba, siempre metiendo sus manos en la cama de Zhao Beichuan por la noche, diciendo: "Esposo, déjame sentir tus abdominales..."