Por dármelas de sabelotodo, recité un conjuro prohibido, oscuro y demoníaco en voz alta. No podía, pero como a veces lo pendeja te gana, lo hice. Belial, ese maldito demonio se llevó a mi mamá, y tenía que hacer lo que estuviera a mi alcance para recuperarla sana y salva. Llegué al lugar más horrible en la faz de la tierra, una casa que era el basurero del infierno: cuerpos y almas de los seres más despreciables que se te pueda ocurrir habitaban ahí como esclavos. Y corriendo de uno de ellos, me encontré con dos "personas" muy particulares, el primero: Satanás, acompañado de su hijo, Nathan. En él estaba cayendo todo su poder. La conexión que hubo entre ambos fue difícil de creer; tampoco la aventura que se está por descubrir. Y mucho menos creíble es que estamos loca y perdidamente enamorados uno del otro. Sí, mi novio es literalmente el demonio.