Dulce sabía que había hecho lo correcto. Había tenido todo su futuro planeado con su ex prometido, pero ella se enteró que tenía una amante y lo dejó de un día para otro. Toda su familia había estado en contra de su decisión: -Tu futuro es más importante Dulce-. ¡Mi futuro me lo puedo hacer yo sola! -¿Qué harás ahora? Ya no eres tan joven y estás perdiendo tu belleza Dulce-. ¡Puedo valerme por mí misma! -En una relación tan duradera siempre hay engaños Dulce-. ¡Entonces no quiero más relaciones! -Él era el único que podía aguantarte y entenderte Dulce-. ¡Con que yo me pueda aguantar a mi misma, me basta y me sobra! Dulce se había revelado y se sentía más libre que nunca. Junto con su nueva libertad, venía un nuevo hogar. Un departamento antiguo en el centro de la ciudad de México. Y aunque tenía una ubicación muy céntrica era bastante tranquilo, justo lo que ella necesitaba. Pero había un problema; el casero no le había dicho que las paredes eran muy finas. Podía escuchar TODO tipo de ruidos de su vecino: el mujeriego Christopher Uckermann. *Capítulo especial (1) al final de la novela
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