-Alejate de mí -susurró-. No estás pensando bien en esto. No soy una cosa buena para ti. Lo observé con ojos bien abiertos. Su aliento corría por mi rostro y todo lo que quería hacer era cerrar la distancia entre nosotros, no agrandarla. -¿Qué? ¿Por qué? Alcé mis manos a su rostro, él respingó como si le doliera. -Esto no va a terminar bien... De ninguna manera -adviritó, mientras me apretaba contra él-. Y la única persona lastimada al final de esto... Serás tú. -Prometió. Y la única cosa que tenía que rescatar sobre él, era que cumplía sus promesas.