La sombra de quien fuiste te persigue sin cansancio, no puedes huir, no puedes correr, no puedes esconderte de quien aparece pisando tus talones cuando aún hay luz, no puedes esperar en la oscuridad para que su presencia se marche, pues al fin y al cabo no puedes huir de tus propios pies. Una metamorfosis física no hace la misma mella que una metamorfosis espiritual y mental, aveces hay que amarnos a nosotros mismos para poder amar a otros y a nuestra propia vida, aceptar nuestro tortuoso pasado en lugar de desear con toda nuestra alma olvidarlo, quitar a quienes nos dañan del camino y aceptar el amor de quienes se lo merecen, nunca dejar las cosas a medias, nunca huir por solucionar las cosas. ¿Huir vale la pena? ¿Olvidar es lo mejor? ¿Llorar a la luz de la luna duele igual o más que enfrentar las cosas cara a cara? Únicamente esas respuestas pueden saciarse dando un salto de fe, todo es un salto de fe.