Nolan y Aleli Se conocieron una tarde de invierno cuando la madre de la castaña y la del pelinegro se ponían al día tras unos años sin verse. A Nolan le falta un diente y venia junto a su grupo de amigos. A Aleli ya se le habían caído la mayoría de sus dientes de leche, pero le faltaba un grupo de amigos. Al final, a Nolan le creció su diente y Aleli formó un lazo con los cuatro revoltosos más conocidos de la isla. Cada Invierno, durante la semana de navidad y año nuevo Aleli tomaba un vuelo junto a sus padres para llegar a la casa de sus abuelos y poder pasar las tardes jugando con sus mejores amigos... y con Nolan, no le gustaba contar a Nolan como mejor amigo, aunque ella viva en esa temible zona de amigos. La primera vez que lo vio se enamoro de su mirada azulada condenandola a pasar los once meses del mes soñando con el. Pero ese invierno fue diferente, y no solo para ella. Nolan sufrió en silencio con ella. Nolan quería verla bajar del auto corriendo hacia sus brazos, con una sonrisa que iluminará su mirada, que le hiciera dudar de su decicion de hace más de un año. Quería que ella le viera con un entusiasmo que le hiciera quedar sin aliento. Que le contara todo lo que le sucedió sin el. Quería eso y más, así que cuando ella bajo del auto que su padre ya no manejaba más y su madre no se asomaba por la ventana saludándolo su corazón se rompio. Ella corrió a sus brazos con los ojos llenos de lágrimas y no hablo. Y eso lo rompió más.