-¡Daryl, despierta! - ¿Ah? -bostezo-... ¿Qué pasa, Violett? -¿Cómo qué "qué pasa"? ¡Hija mía, hoy te vas! Por un momento la chica rubia dudó en lo que su compañera le decía... Sus pensamientos se centraban en una pregunta: ¿Me voy? -¿Daryl? -Susurró la castaña-, ¿estás bien? La rubia estrechó sus brazos con la castaña. Por un momento sintió que se quedarían así por una eternidad, y eso no le molestaría en absoluto. Ya que la castaña, de nombre Violett, ha estado cerca de ella desde que se mudó al colegio de modales. Sí, así como lo lees, el famoso Instituto de la señorita Ezalla. Ella al principio no quería estar ahí, de no ser por Violett, Daryl ya hubiese incendiado todo el colegio. Pero aprendió, sí, aprendió mucho, a ser amable, a tratar a los demás como la tratan. Sin insultos ni exageraciones. Su padre la llevó ahí desde hace 5 años. Pero ahora ella tiene 17 años y entendió lo que debe hacer. Ayudar a su familia, por ser la menor, su boda está arreglada para cuando ella cumpla los 18 años. -Te voy a extrañar, Violett -juntaron sus frentes y se miraron a los ojos por un largo rato. -Daryl, no me olvides, por favor. -¡No podría hacerlo! Te quiero muchísimo. Al final del día, otras compañeras fueron a despedirse de la rubia. Al cerrarse los grandes y pesados portones detrás de ella, pudo sentir el aire diferente y al ver aquel automóvil esperándola entendió que jamás regresaría a aquél instituto.